Por más tiempo que uno vaya pasando en política, no se termina de
acostumbrar a ciertas prácticas. Hemos asistido recientemente en Almansa a una
particular “guerra de los Rose”. Ataque gratuito de los rojos a los azules,
réplica horas después, del rojo al azul. Miren ustedes que me había planteado
fervientemente no escribir nada acerca de estos colores, pero no lo puedo
evitar. Les pido desde aquí a los protagonistas me lo expliquen. ¿Qué beneficio
se saca atacando personalmente? ¿Por qué esas descalificaciones? Hasta hace
unos meses habría pensado…bueno no se ni qué habría pensado. Habría “pasado” de
ellos, como supongo hará la mayoría de las personas.
Hoy, con otra perspectiva, se ve de otra manera. Claro, con un par
de insultos llenamos una semana de ruedas de prensa, por ambos bandos. Se les
ve en televisión, radio, periódicos, y desfogan a los “jóvenes valores”. Al
mismo tiempo, sirve para tapar los defectos de unos y de otros. Los que
gobiernan, porque es más fácil faltar al adversario político que salir dando la
cara por no haber presentado los presupuestos del presente año cuando ya
llevamos más de la mitad del mismo. Los que no gobiernan, porque así intentan
hacer olvidar su penosa gestión del principios de esta crisis, y el estado en
el que dejaron nuestra región y nación. En lo de la localidad no sabe uno si es
mejor entrar o no. Los que gobernaban hablaban de agujero negro (ya parece que
van dejando esta costumbre). Al principio podía valer como argumento, pero 5
años después, ya no vale.
En fin, si empezamos así, se avecinan unos meses difíciles. Si
volvemos a las andadas, la política local volverá a la descalificación (a tres
bandas ya dentro de poco, seguro) hasta que se acerquen nuevas elecciones. Si
yo o alguien de mi círculo político entramos en este juego, no dude cualquier
ciudadano en reprocharnos esa actitud. No me gustaba cuando estaba fuera, y me
gusta menos estando dentro.